Desde el 2 de octubre hasta el 11 de enero del 2015, la Casa Encendida acoge una de las exposiciones más increíbles que se pueden visitar en Madrid.
Paisajes de
ensueño y criaturas de pesadilla pueblan las salas de la exposición,
un viaje que apasionará a los amantes de los gabinetes de
curiosidades, el stop-motion más siniestro y el arte en general...
Se trata de un
recorrido voraginoso que parte del cuento inocente y tradicional, como los
amables animalillos que cantan y bailan de Ladislas Starewich
(1882-1965) y cómo esas fábulas infantiles evolucionan, se
regurgitan, digieren y reinventan para dar lugar a las imágenes más
oscuras y los cortos más perturbadores de Jan Švankmajer (1934) o
los hermanos Quay (1947).
Sin embargo, todas
estas facetas son contextualizadas y presentadas formando parte de un
recorrido lógico, temporal, que nos ayuda a asimilar esta
metamorfosis y a disfrutarla como se merece.
Hay que tener en
cuenta que la animación es la alquimia que nos permite dotar de
vida a objetos inanimados, transformándolos y consiguiendo que
cuenten su propia historia. Es un mundo paralelo al de la razón, en
el que cualquier cosa es posible y todo está permitido. Es el
refugio cinematográfico de lo imposible: un universo plagado de
monstruos y marionetas que desafían lo real y nos hacen
cuestionarnos en qué realidad nos encontramos.
Esta exposición,
sigue el principio fundamental de toda Wunderkammer, que es el
principio de cosificación, el poder que acumula un objeto que ha
sido usado y que transmite, por sí mismo, una historia que se
construye a través del paso de este de unas manos a otras, hasta que
acaba tras una vitrina. Es esa idea de fetiche la que transmiten
todas las piezas de la colección.
Conforme
avanzamos, y pasamos de una sala a otra, el tinte general de las
piezas expuestas se va oscureciendo, desde las amables marionetas
peludas, que parecen sacadas de un tierno sueño infantil, hasta las
decrépitas marionetas de los hermanos Quay.
Y es que la figura del muñeco, el maniquí, es uno de los elementos primordiales empleados en el lenguaje artístico para transmitir la idea de lo siniestro. Es debido a lo borroso de su situación entre el mundo de los objetos y el de las personas que nos suscita esa doble problemática, ese poder estar vivo, poder poseer una conciencia que hace que no sepamos en qué esfera abarcarlo: su terreno de juego es el de la confusión del espectador.
No en vano Švankmajer
consideraba la animación como una operación mágica “la animación
es magia y el animador es un chamán”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario